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se\·illano"'); las videntes debían estar aisladas, y, a cubierto. de toda observación curiosa, dentro de la Calleja: se las podría oír, pero no contemplar. Dª Eloisa se agregó al compacto grupo de personas que, estremecidas. y en silenció, seguían de lejos el curso del éxtasis de las niñas ... "Daban unos gritos impresionantes -asegura ella-. que estremecían más por la oscuri"ad y el silen– cio total de la noche ... A veces se les oían exclamacio– nes como "¡Espera! ¡Espera!... ¡No, no! ¡Que se confiesen todos! ... ¡Ay, Ay! ... " "Llegó un momento en que la gente empezó a pedir y a pedirse perdón públicamente... " "El Padre (el ya m_encionado Félix Larrazábal), muy emocionado, rezaba en alta voz, y todos le seguía– mos... Y observé que cuando él, por cualquier motivo, cesaba en sus rezos, las niñas volvían a llorar y a gritar de la manera más angustiosa; y se aplacaban de huevo tales gritos cuando nosotros reanudábamos nuestros rezos... " ¿Cuánto duró aquello? En las notas de D. Valentín se dice que la "aparición" acabó como a las 2 de la mañana. Según el relat◊ de Dª Eloisa, "las niñas, al volver a la norre~Jidad, dijeron a la gente que ·ellas se quedaban all_í toda la noche para rezar". - Y nosotros ¿qué hacemos? 166
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