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forma, vió cómo el Angel "la pasaba"... ; llorosa inte- rrogó, más con los ojos que con la voz... ; y recibió la respuesta de que se le negaba la comunión por una mala contestación que había dado a su madre.- "El Angel no volvió a darme la comunión hasta que me confesé" Terminemos esta materia con unas palabras sobre las "circunstacias" de aquellas comuniones tan admira– bles. En cuanto al lugar, podemos decir que donde más veces, aunque no exclusivamente, se dieron fue en la piedra de la Campuca, en los Pinos, y ante las puertas de la Iglesia... Acerca de la hora, como si el Angel quisiera dejar constancia de su escrupuloso atenerse a la disciplina entonces vigente en la Iglesia, no solía citar a las niñas más que para horas de la mañana. Y por lo que se refiere al rito, aparece con toda claridad que se seguía el que entonces estaba vigente para la comunión fuera de la misa. El Angel las invi– taba primeramente a unos momentos de reflexión, pensando "a quién vais a recibir..."; luego venía el rezo penitencial del "Yo pecador", para afinar la purifica– ción del alma ... ; a contiuación, el acto de recibir la sagrada forma ... y después, nada de terminar corriendo: el Angel les exigía la "acción de gracias", que se coronaba con el rezo devoto de la oración "Alma de Cristo". 160

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