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verano último no les había vuelto a dar el Angel la comunión". Aquí parece obligado hacerse dos preguntas: ¿Por qué esta intervención sobrenatural para que unas criaturas no santas, pero sí de buena voluntad, pudieran recibir todos o casi todos los días al Señor? ¿Por qué el Cielo cuida de que esto ocurra de modo especial en el tiempo de Pascua? En Garabandal se produjo ante todo, y con profu– sión nunca vista, una admirable EPIFANIA MARIA– NA. Y en ella María quiso "demostrarse" como MADRE NUESTRA; lo hizo sentir y vivir hasta la. saciedad, si es que cupiera la saciedad en cosas como é.stas... Pero Ella no es un "fin" para nosotros. Y menos que nadie se busca Ella a sí misma. Nuestro encontrar– nos con Ella, nuestro entrar -como las niñas- en su escuela de formación, debía producir en nosotros la consecuencia salvadora de llegar a encontrarnos de verdad con Jesús ... Nadie podrú comprender el extraño y complejo "misterio de Garabandal", sin tener en cuenta lo que es la din'lcnsión esencial del mismo: POR ELLA, A EL Y EL, Jesús, es sobre todo para nosotros, aquí y ahora, presencia eucarísica. Es decir, Santísimo Sacra– mento del altar. Por eso, en Garabandal, desde el mismo día en que empezaron "los fenómenos", 18 de junio de 1961. no 152

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