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en la verdadera postura cnst1ana: "Lo acepté todo, sometiéndome de lleno a la voluntad de Dios". ' Se sintió notablemente aliviada; aunque no del todo libre de su malestar interior. que se reflejó en una "decisión de no volver a hacer müs p1'eg1mtas al Ciclo. ni esperar de allí la menor señal a través de aquellas niñas". Aquella noche. en sus primeras horas. no hubo des– files procesionales por el pueblo: pero sí unas inolvida– bles márchas extúticas. que prótagonizaron conjunta– mente las cuatro niñas de las apariciones. cogidas del brazo y a paso ligero: recorrieron todas las .calles. seguidas de la multitud con linternas en la mano y rezos y cantos en la boca ... Tan singularísima procesión acabó antes de las 11.30. A tal hora daba comienzo en la iglesia la solemne Vigilia Pascual. oficiada aquel año por el jesuita P. Félix Corta, que estaba en el pueblo para las confesiones y funciones litúrgicas de la Semana Santa. Las calles quedaron entonces desiertas. y también las casas. con alguna rara excepción: vecinos y foraste– ros se congregaron en el templo para participar en los interesantes ritos de .la Vigilia. variados y mlly signifi– cativos. que desembocan en la alegre Misa de los pri– meros Aleluyas pascuales. aún en plena noche. No mucho más tarde. las mujeres del pueblo se congregaron de nuevo para iniciar. según antigua cos– tumbre, Un Rosario más que de Aurora. Dña. Merce- 144

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