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A la mañana siguiente, en el mismo CiarahandaL decía la madre de la joven a personas de su confia n1a: "Algo muy gordo ha tenido que p~sarle a mi hija: ¡en toda la noche no ha parado de llorar!. Y yo no me acuerdo si la he vi$to llorar alguna vez". Poco después de que la sefiorita X., ésta del relato anterior, se encontrarü üsí con su "vücació1i'' en Ciara– banda.L le llegó al ya mencionado ingeniero alemún D. Máximo Foschler la hora de encontrarse allí con la FE. La, escribo de este .modo, con mayúsculas. para i,ndicar que no se trata de una fe cualquiera, sino de la FE por antonomasia. la cristiano-católica, la ú.11ica ver– daderan1ente cabal o plena (con esto no quiero mostrar ninguna desestima. por otras actitudes creyentes, con tal que se profesen o mantengan con autenticidad y rectitud). De muy quena fe se movía el Sr. Foschler dentro de su "confesión protestante". en la que.había sid9 eclu– cado por sus piadosos padres. Y, si subió a Garaban– dal, no fue precisamente por dudas sobre su situación ci"istiana. Fl1e la amistad con fa familia Andréu la que le· nevó hasta allí. En sll primera visita ocurrió aqÚello del accidente en el puerto de Piedras Luengas... , y subsiguiente cura– ción "inexplicable" del tobiHo roto del P. Ramón, que le acompañaba, según queda ya relatado .de los .días anteriores a la estelar jornada del 18 de octubre. 135

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