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"Ya d~ madrugada, alrededor de las 4, Loli pegó un salto de donde estaba sentada y cayó de rodillas sobre el suelo, con un ruido impresionante. Pero esto no era nada,. al lado del cambio que se operó en su rostro; porque el rostro de la pequeña, regordete y aldeano, se transformó y afinó de forma indecible,. hasta parecer un ángel. "Salió luego por el pueblo, acompañada de su padre y de todos nosotros... Subió a una casa donde había, nos dijeron, un anciano casi moribundo, incons– ciente desde hacía varios días; Loli le santiguó con su crucifijo y el hombre recobró el conocimiento, y reco– noció a sus hijos... Vimos luego a la niña bajando por aquella escalera desigual, pendiente, sin barandilla, con la cabeza totalmente echada hacia atrás... , y no nos explicábamos cómo no se caía y se mataba. Nos llevó luego ar pórtico de la iglesia, allí rezamos un rosario como creo no haber rezado en toda mi vida. "Cuando ya volvimos para casa, nos cruzamos con Jacinta y su padre, que iban a rezar el rosario al "cua– dro", como todas las madrugadas... Era impresionante ver a aquellas criaturas, tan desabrigadas, de rodillas sobre la nieve y soportando unas temperaturas bajísi– mas, aún en plena noche. En el Garabandal de enton– ces había verdadero fervor, y se hacía penitencia de verdad. Yo no puedo olvidar todo aquello: me hizo mucho bien, me acercó de veras a Dios". La esperanza que tenía Conchita de que no pasara la fiesta del 8 de diciembre sin que la Madre del Cielo 120