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puesto a mi gusto. Al fin logré situarme bastante bien para ver las cosas, aunque no en primera fila. Y no se veía mal, puers había muchas linternas encendidas. "Al cabo de un rato de espera, de improviso, entre una multitud que las envolvía, y protegidas por varias parejas de guardias a caballo, aparecieron a cierta d.is – tancia las cuatro frágiles siluetas de las niñas... Y hubo un cambio llamativo: "La borrasca de agua-nieve que nos estaba calando y casi nos cegaba, cesó de pronto; las nubes negras y bajísimas empeza– ron a ser barridas por un fuerte viento, y apareció la luna. Una luz pálida iluminó entonces todo: los Pinos, las niñas, los sacerdotes, el grupo de guardias... con– fieso que aquello me resultó de golpe un espectáculo impresionante". Seguramente muchos creyeron entonces que se iba a producir el tan soñado milagro... Pero no hubo nada. O mejor, hubo sólo lo que se había anunciado por las niñas: la proclamación del Mensaje. Aunque exacta– mente no en la forma que a ellas se les había dicho. Las niñas entregaron a D. Valentín el pobre papel donde habían escrito el texto que estaba firmado por las cuatro; según las instrucciones "de la Virgen", él debía ser quien lo proclamara en los Pinos; pero D. Valentín "lo leyó para él sólo, y después.que lo leyó nos lo dió a nosotras para que lo leyéramos..." (Diario de Con– chita, pág. 38). El señor.cura párroco no debió de tener valor para proclamar aquel corto texto, que parecía tan "infantil". 102

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