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-"La muchedumbre, dice la misma Dña. María, lo invadía todo, en espera del "acontecimiento". Porque todos esperábamos no sé qué, algo verdad.eramente extraordinario. Pocos dfas antes me habían advertido Loli y Jacinta que no había porqué esperar milagro alguno, que ellas sólo habían dicho que se iba a hacer público el Mimsaje recibido... A pesar de todo, nadie se apeaba de su "espera". Transcurrían pesadamente las horas del día... -"El tiempo segufa empeorando, y la gente se cobijaba, como podía, en la iglesia, las casas, y los soportales. Hay que reconocer que los vecinos del pue– blo se portaron con los forasteros lo mejor qúe pmlie– ron, y tuvieron que ejercitar no poco la caridad ·y la paciencia... "Aunque yo encontré refugió en una cása, donde incluso me dieron de comer, no podía sustraerme al ambiente de las calles y callejas, animadísimas, y en las que podían oírse diversos idiomas, aunque predomi– nando naturalme,nte el español. El comportamiento de todo aqutl público no era uniforme. Había mujeres que se comportaban con cierta ligere~; los hombres, en general, mostraban mayor respeto; y tamién los jóve– nes, que se encontraban allí en gran número. Era fácil comprobar que quienes habían subido con buena fe, estaban contentos, animados, llenos de esperanza y se dedicaban a rezar, sin cuidarse mucho de las inclemen– cias del tiempo (probablemene bastantes de ellos m siquiera habían comido). 99

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