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A pesar de los grandes beneficios de Dios-paso del Mar Rojo, maná, la alianza y los mandamientos en el Sinaí--el pueblo de Israel fue infiel, no obedeció las leyes del Señor. Y Dios se vio obligado a castigar una y otra vez a su pueblo, a fin de que éste se arrepintiese de sus pecados y cumpliese fielmente los compromi– sos contraídos. Tal es la historia de los años .de peregrinación por el desierto, desde el Sinaí hasta la entrada en la Tierra Prometida. Con todo, la bondad y misericordia de Dios son muy superiores a la infidelidad de los hombres. Dios perdona, olvida, renueva su amistad. La segunda parte del libro del ,Exodo, los libros del Levítico y Números y el Deuteronomio contienen casi exclusivamente colec– ciones de leyes. Todas se ponen en boca de Moisés, aunque muchas de ellas hayan sido hechas después de la muerte de éste. Es una manera de indicar el gran valor de las leyes. También la expresión «dijo ,Dios», tan frecue:µte en todos estos .libros, no indica necesa– riament~ que Dios háya hablado realmente. Puede tratarse de una manera usual de decir, para significar el valor grande de lo que se manda o prohibe. Muchas veces se trata sencillamente' de leyes humanas, en uso entre los pueblos vecinos, y de los cuales las toma Israel para su gobierno. 1. A través del desierto. Después de una larga estancia al pie del Sinaí, Israel se puso en mar– cha hacia Cades Barnea, lugar situado en la parte norte de la península sinaítica y en las cercanías de la Tierra Prometida. El libro de los Nú– meros nos habla de una columna de fuego o nube misteriosa, que iba delante de los israelitas, señalándoles los momentos de hacer alto y de 61

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