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nosotros, pues de ese Moisés, de ese hombre que nos ha sacado de Egip– to no sabemos qué ha sido de él. Y así se hizo. Con los zarcillos de oro de las mujeres israelitas se fundió un becerro de oro. Y el pueblo co– menzó a darle culto; danzando ante él. La ira de Dios se encendió contra Israel a la vista de aquel pecado tan grave de idolatría. Moisés recibe orden de descender inmediatamen– te de la montaña. Pero, antes, suplicó a Dios: Aplaca el furor de tu ira y no realices el castigo que has decretado contra tu pueblo. Acuérdatá de Abraham, Isaac y Jacob, tus siervos. Moisés bajó de la montaña con las tablas de la Ley en la mano. Eran las tablas obra de Dios, y la escritura grabada sobre las mismas era escritura divina. Al acercarse al campamento, oyó el griterío de la gente y contempló el becerro de oro. Entonces, encendido en ira, Moisés arro– jó las tablas de su mano y las quebró al pie de la montaña. El pueblo fue castigado duramente. Dios volvió a renovar su alianza. Moisés talló dos nuevas tablas de piedra y tornó a la cima del Sinaí y Dios escribió de nuevo en ellas su Ley santa, Ios mandamientos. 7. El tabernáculo y el culto. Como otros muchos pueblos nómadas del desierto, Israel tenía ya en los días del Sinaí una especie de templo o santuario portátil, y un arca sagrada, que servía de trono invisible a Dios. El tabernáculo constituía entonces el centro de la religión de Israel, y simbolizaba la morada de Dios en medio de su pueblo. El tabernáculo tenía la forma de una tienda, de unos 15 metros de largo por unos_ 5 de ancho. Estaba dividido en dos partes, separadas por un velo: la anterior, llamada Santo, y la posterior, llamada Santo de los Santos. En el Santo se encontraba la mesa con los doce panes sagrados, el candelabro de siete brazos y el altar del incienso, En ,el Santo de los Santos estaba el arca de la alianza, que era una especie de cofre, revestido con láminas de oro, destinada a servir de trono a Dios, que comunicaba desde allí sus deseos y órdenes a Moisés y a los sacerdotes. El tabernáculo estaba colocado en medio de un atrio, de unos 52 me– tros de largo por 26 de ancho. En el atrio estaba colocado el altar de los holocaustos. Para atender al culto que se desarrollaba en el ta– bernáculo había sacerdotes y levitas, al frente de los cuales había un Sumo Sacerdote, es decir, un jefe de sacerdotes. Los levitas estaban en– cargados de los oficios secundarios, de menor importancia: limpieza, cánticos, etc. Entre los elementos principales del culto israelita estaban los sr.;:,.df:i.. dos y las fiesitas. Los sacrificios eran de dos clases : cruentos, cuando se sacrificaban animales y se derramaba su sangre; incruentos, .cuando no había derramamiento de sangre, sino que se ofrecían a Dios panes, aceite,
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