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5. La ley y la aUanza. En este momento extraordinario coloca la Biblia el gran don de Dios a su pueblo: los mandamientos, la ley civil y religiosa y la alianza. Entonces-dice el libro del Exodo-habló Dios pronunciando todas estas palabras: Yo soy Yahvé, tu Dios, que te ha sacado de.1 pa:,s de Egipto, --amarás a Dios sobre todas las cosas -no tomarás el nombre de Dios en vano -santificarás las fiestas -honrarás a tu padre y a· tu madre -no matarás -no cometerás actos impuros •-no hurtarás -no dirás falso testimonio ni mentirás -no consentirás pensamientos ni deseos impuros -no codiciarás los bienes ajenos. Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Dios y todas sus disposiciones. Y el pueblo entero respondió: Cumpliremos cuanto ha mandado Dios (Ex. 24, 3). En esto consistió la alianza: Dios dio a su pueblo la Ley, cuyo núcleo principal son los mandamientos, y le pro– metió toda clase de bienes y bendiciones si la cumplía fielmente. El püeblo aceptó, desechando cualquier otro dios. Pero fataba algo: sellar aquella alianza, aquel pacto solemne entre Dios e Israel. Y esto lo realiza Moisés como intermediario entre Dios y el pueblo. Despu~s de ofrecer sacrificios, tornó la mitad de la sangre de las víctimas y la colocó en copas, y la otra mitad la derramó sobre d altar, símbolo de· la presen– cia de Dios. Y una vez que terminó de leer ante el pueblo toda la Ley 1 cogió la sangre de las copas y roció con ella al pÚeblo, diciendo: He aqui la sangre de la Alianza que Yahvé ha hecho con i1osotros (Ex. 24, 8). Así quedó hecha la alianza. Israel será en adelante el pueblo de Dios, cumpliendo sus leyes. Cuando llegaron los días del Mesías, Dios hizo un nuevo pacto y se procuró un nuevo pueblo, el pueblo cristiano, que ha sido :rociado, purificado espbituahnente con la Sangre de Cristo. Jesús dirá en la mt.tma Cena: Este es el cáliz de la nueva allimm por medio de mi san– gre (Le. 22, 20). La antigua, la del Sinaí, era sólo figura y preparación. 6. El becerro de o:ro y las Tablas de la Ley. (Ex. 32). En aquel mismo lugar, donde Dios se había mostrado tan espléndido para con Israel, tiene lugar la primera infidelidad. Moisés se hall.aba sobre la montaña santa, en conversación íntima, cara a cara con Dios. Tardaba en bajar. En la llanura se levantó un gran descontento. La mul– titud se dirigió a Aaron y le dijo: Haznos un dios que vaya delante de 57
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