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Un cierto d:a, estaban los hennanos apacentando lejos los rebaños. Jacob lo envió para que se informara acerca de lo que hadan. José salió en busca de ellos en dirección a Siquem y los encontró en la llanura de Dotain. Cuando los hermanos lo vieron venir, se dijeron: Ahí llega ,e.l soñador. Matémosle y veamos en qué 11ienen a parar sus sueñr;,s. Después diremos que una bestia feru-;:, lo devoró. Pero Rubén, queriendo salvar la vida del joven José, les dijo; No derraméis su sangre. Echadlo más bien en una cisterna seca. Así lo hicieron, después de haberle des– pojado de su hermosa túnica. En esto pasó por allí una caravana de mercaderes ismaelitas, cami– no de Egipto. Aprovechando la ocasión, los hermanos vendieron a José a los ismaelitas por 20 monedas de plata. Después, empaparon la túnica de José en la sangre de un cabrito y la enviaron, a su padre con este recado: Esto hemos encontrado. Mira bien si es o no es la túnica de tu hijo. El anciano padre, presa de un vivo dolor, exclamó: ¡ La mismal Alguna bestia feroz lo ha devorado. Y lloró amargamente a su hijo pre– dilecto. Sueño de José l. José en Egipto. (Oén. 39-41). Una vez llegados a Egipto, los ismaelitas vendieron a José a Putifar, jefe de guardia en la corte del Faraón o rey de Egipto. Muy pronto ganó 41
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