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una conspiración. Asuero mandó llamar a Amán y le preguntó: ¿Qué recompensa y honores se deben tributar a aquél a quien el rey quiere honrar? Amán, creyendo que se refería a él, le -contestó: Se le debe vestir y coronar con vestidos y corona reates; se le debe pasear por las calles de la ciudad montado en caballo real, lle– vando las bridas el primer ministro del reino. Pues bien, le dijo Asuero, llama a Mardoqueo y haz todo eso con él. Al día siguiente, durante el banquete de la reina, Esther acusó a Amán de tra– mar la muerte de los judíos. Asuero se indignó y mandó ahorcar a Amán con la misma horca que éste había preparado para Mardoqueo. Y se dio inmediatamente un edicto en favor de los judíos. Así salvó Dios, por medio de una piadosa y va– liente mujer, a su pueblo de la muerte. 124