BCCCAP00000000000000000000936

1 EL REINO DE JUDA (922-587 a. de Cr.) El reino de Judá, aunque más pequeño que el reino de Israel, tiene mucha más importancia en la historia sagrada. Y esto no sólo por Jerusalén y el Templo. La importancia le viene, sobre todo, de los grandes profetas que tuvo: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Zaca– rías, etc. Ellos lograron mantener despierta la gran esperanza me– siánica y gracias también a su predicación se conservó mejor y se perfeccionó más el culto al verdadero y único Dios. Sin embargo, las repetidas infidelidades contra la Ley y contra la Alianza atra– jeron sobre Judá terribles castigos y, finalmente, la destrucción de Jerusalén y la desaparición del reino en cuanto tal. Pero también estos males estaban permitidos por Dios con una finalidad muy elevada: educar, purificar y preparar mejor los ca– minos del Mesías. 1. Los Reyes de Judá. Lo mismo que los reyes del Norte, los reyes de Judá fueron también infieles a la Alianza, y muchos de ellos cayeron en la idolatría. Sólo hubo cuatro-Asá, Josafat, Ezequías y Josías-que se mantuvieron fieles a la fe de Yahvé. Judá se vio con frecuencia atacado por otros reinos veci– nos: Israel, Siria, Egipto, Mesopotamia. Para defenderse, se aliaba con los reinos paganos, introduciendo, para complacerlos, el culto de los dio– ses falsos en el Templo de Jerusalén. Contra este influjo extranjero, que amenazaba y corrompía la verdadera religión, lucharon, sobre todo, dos grandes reyes : Ezequías y J asías. Ezequías (716-687). Era hijo del impfo rey Ajaz. Hizo cuanto conocía ser agradable a los ojos del Señor. Destruyó los ídolos y cuantos al,tares se habían dedicado a dioses falsos en todo el reino de Judá. Puso su con-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz