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Los ricos se desprendían de sus bienes para socorrer a los pobres. Los apóstoles atestiguaban con gran poder la resurrección del Señor Jesús. Y todos los fiel es gozaban de gran estima . 3.-Todos un solo Cuerpo Escribe San Pablo a los Corintios: «El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos , ¿no es la comunión del Cuerpo de Cristo? Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan» (1 Co 10, 16-17). La virtud del sacramento eucarístico hace que permanezcamos en el amor del Señor. Lo dijo El: «El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él» (Jn 6, 56). Al comer el Cuerpo de Cristo los cristianos tenemos que fortale– cernos en el amor mutuo. El Concilio Vaticano 11 repite esta enseñanza: «En la fracción del pan eucarístico, participando realmente del Cuerpo del Señor, nos elevamos a una compenetración con El y entre nosotros mismos. Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan (1 Co 1 O, 17). Así, todos nosotros quedamos hechos miembros de su cuerpo (Cf. 1 Co 12, 27), pero cada uno es miembro del otro (Rm 12, 5). 4.-EI mandamiento de Jesús En la última Cena, y después de instituir la Eucaristía, fue cuando Jesús hizo la recomendación más encarecida a sus discípulos: «Un mandamiento nuevo os doy: Amaos los unos a los otros. Como yo os he amado así debéis amaros unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: en que tenéis caridad unos con otros» (Jn 13, 34-35). La verdad de nuestro amor a Dios aparece en el amor a todos los hombres, nuestros hermanos. La sinceridad de nuestra comunicación con Cristo en la Eucaristía se verá si pasa a nuestra vida la savi'a de amor que le movió a El a entregarse por todos los hombres. 96
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