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Tomó pan de encima de la mesa y recitó una fórmula de bendición sobre él. Lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: «Tomad y comed; esto es mi cuerpo que es entregado por vosotros.» Luego tomó un cáliz lleno de vino y, habiendo dado gracias igual– mente, se lo ofreció, diciendo: «Bebed todos de él, porque ésta es mi sangre de la nueva Alianza, que es derramada por muchos para la remisión de los pecados.» Y concluyó con esta recomendación: «Haced esto en conmemoración mía.» La misteriosa entrega de Jesús a los suyos como alimento y bebida debió recordarles a los apóstoles la promesa hecha por El en Cafar– naúm al día siguiente de la multiplicación de los panes y que escandalizó a los oyentes: «Yo soy el pan vivo, el que baja del cielo. Quien coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo le daré es mi carne en favor de la vida del mundo ... Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la v ida eterna y yo le resucitaré en el último día» (Jn 6, 51-54). 2.-Haced esto en conmemoración mía Los Hechos de los Apóstoles cuentan que los primeros cristianos «perseveraban en oír la enseñanza de los apóstoles y en la unión, en la fracción del pan y en la oración» (2, 42). Fracción del pan se llamaba a la celebración d'e la Eucaristía, es decir, la Misa y la Comunión. San Pablo, en su primera carta a los corintios, dice que la Eucaristía se celebra en cumplimiento de l mandato del Señor. «Yo he recibido del Señor lo que os he transmitido. Cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que El venga» (1 Co 11, 23.27). La Eucaristía de Jesús en la última Cena era anuncio del sacrificio de la Cruz. En la Misa, es el memorial y renovación del mismo. Y al ordenar Jesús a los apósto les que repitieran aquello. en memoria de El, les daba la potestad sacerdotal para hacer presente sin cesar la Cena de la nueva Alianza en que Jesús, Cordero Pascual, sería víctima y alimento. 83
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