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Jesús nos responde entonces: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré» (Mt 11, 28). «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia» (Le 5, 32) . 9.-Comunidad de convertidos La Iglesia es una comunidad de convertidos. Pedro, la piedra sobre la que Cristo edificó su Iglesia como signo sensible de su unidad, fue un convertido. Después de negar al Señor, tuvo que llorar amargamente su pecado. Jesús le había profetizado su caída, pero le había dicho: «Yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos» (Le 22, 32). Pablo se achaca humildemente su pasada actitud contra Jesús. «No soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios» (1 Co 15, 19). Y continúa dando testimonio de la obra de la gracia : «Mas por la gracia de Dios soy lo que soy» (1 Co 15, 1O). La predicación de la palabra de Dios exhortando a peniten– cia, junto con el influjo de la gracia divina, va suscitando en los hombres la respuesta de conversión a Dios. Así fue desde el día de Pentecostés. Pedro exhortaba diciendo: «Salvaos de • esta generación perversa.» Las gentes recibieron su palabra y se bautizaron y se convirtieron aquel día unas tres mil almas (Hech 2, 40-41 ). De esta manera, «crecían más y más los creyentes, en gran muche– dumbre de hombres y mujeres» (Hech 5, 14). DIALOGO Y REPASO 58 1) ¿Por qué ha de ser Dios quien empiece, para que el hombre se convierta ? 2) ¿Por qué hay que reconocerse pecador para ser recibidos en los brazos de Dios? 3) ¿Qué relato de las conversiones contadas en el Nuevo Tes– tamento te impresiona más? ¿Por qué?

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