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¿Quieres no caminar en vano? Pues sígueme. 7.-La conversión de una mujer pecadora Se hallaba en cierta ocasión Jesús a la mesa invitado por un fariseo llamado Simón . De repente apareció en el comedor una mujer de mala fama que vivía en aquella ciudad. Llorando se echó a los pies de Jesús, bañándoselos con sus lágri– mas y enjugándolos con sus cabellos. Y besándoselos reverentemente se los ungió con ungüento. Simón el fariseo, viendo que Jesús no hacía nada por apartarla, se puso a pensar que Jesús no era tan sabio como se decía, pues no parecía darse cuenta de la clase de mujer que le estaba tocando. La verdad es que Jesús se daba cuenta de mucho más. Y se lo advirtió a Simón, adivinando sus pensamientos: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies; mas ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el beso de paz; pero ella, desde que entró, no ha cesado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con óleo, y ésta ha ungido mis pies con ungüento. Por lo cual, te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho.» Y a ella le dijo: «Tus pecados te son perdonados ... Tu fe te ha salvado; vete en paz.» (Le 7, 36-50). 56
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