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«Nadie viene a mí si el Padre no le atrae», dice Jesús (Jn 6, 44). Nadie se hace amigo de otra persona si ésta no quiere. Y si la persona es muy elevada en cualidades y dignidad, los que están más bajos no se atreven a pretender su amistad si ella no da señal de ofrecerla. La intimidad de Dios está tan por encima de los hombres, que es de por sí algo inaccesible. Sólo si Dios quiere ofrecernos su amor, es posible al hombre entrar en relación amistosa con El. «Dios habita una luz inaccesible, y ningún hombre le vio ni le puede ver» ( 1 Tim 6, 16) . «A Dios nadie le vio jamás. Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, ése nos le ha dado a conocer» (Jn 1, 18). Pero Dios ha tomado, efectivamente, la iniciativa y mostró su amor a los hombres entregándonos «a su Unigénito Hijo, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna» (Jn 3, 16). Dios nos llama y atrae con su gracia. A nosotros nos toca responder a su amor volviéndonos a El. 6.--Cómo Zaqueo se hizo amigo de Jesús Zaqueo era un hombre de Jericó, que se había enriquecido co– brando impuestos en nombre del poder de Roma. Tal oficio era muy mal visto por los demás judíos. Zaqueo tenía muchas ganas de ver a Jesús. Cuando el Señor llegó un día a aquella ciudad, era tal el gentío, que Zaqueo, pequeño de estatura, se encaramó en un árbol para poder verle pasar. Su interés por conocer al Señor fue premiado. Al pasar bajo el árbol, Jesús se fijó en él y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy me hospedaré en tu casa.» El bajó a toda prisa y le recibió con alegría. La gente, al ver esto, murmuraba de que Jesús se alojara en casa de un hombre pecador. Pero lo más interesante es que Zaqueo se reconoció pecador ante Jesús y le dijo como señal de arrepentimiento: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado en algo, le devolveré el cuádruplo.» Jesús reconoció la autenticidad de su conversión y le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa.» (Le 19, 1- 10.) 55