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V El encuentro con Dios es una cuestión de amor. San Agustín se pregunta si la conversión del buen ladrón se debió a que conociera mejor la Es– critura que los doctores de Israel, que no reco- nocieron a Jesús. , ¿Cómo es que el buen ladrón fue capaz de confesar a Cristo cuando sus mismos discípulos le aban – donaban? San Agustín pone en labios del buen ladrón esta respuesta: «No, yo no he estudiado las Escrituras, pero Jesús me miró, y lo comprendí todo al ver sus ojos.» 51

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