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Desde el Papa hasta los niños: a todos llega el Espíritu de Cristo manso y sencillo como el cordero . «Nadie puede decir: «Jesús es el Señor, sino en el Espíritu Santo» (1 Co 12, 3). El enseña a los cristianos cómo tienen que orar y pedir lo que les conviene: «Y el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; mas el mismo Espíritu aboga por nosotros con gemidos inefables, · y el que escudriña los corazones conoce cuál es el deseo del Espíritu, porque intercede por los santos según Dios» (Rm 8, 26-27). 35
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