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4.-EI Espíritu Santo, luz de la Iglesia Apostólica El Espíritu Santo es quien da a la Iglesia libertad y valentía para predicar el Evangelio, aunque tenga que desagradar a los hombres y contradecir a los poderes terrenos, padeciendo frecuentemente per– secuciones y calumnias . Así les é1conteció ya a los apóstoles: «Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos, y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban la palabra de Dios con libertad» (Hech 4, 31 ). El Espíritu Santo es quien inspira a los fieles el cumplimiento de la propia misión en la organización eclesiástica: unos se dedican al culto divino, otros enseñan, otros ejercen obras de asistencia al prójimo. Todos colaboran a un mismo fin: anunciar y vivir el Reino de Dios en la tierra, en virtud del único Espíritu que anima a todos: «Hay diversidad de dones, pero uno mismo es el Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero uno mismo es el Señor... Y a cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad. A uno se le da por el Espíritu la palabra de sabiduría; a otro la palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe en el mismo Espíritu; a otro don de curaciones en el mismo Espíritu; a otro operaciones de milagros; a otro pro– fecía, a otro discreción de espíritus, a otro géneros de lenguas, a otro interpretación de lenguas. Todas estas cosas las obra el único y mismo Espíritu, que distribuye a cada uno según quiere» (1 Co 12, 4-11). «Todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu, para constituir un solo Cuerpo.» (1 Co 12. 13). 5.-EI Espíritu Santo, Animador de la Iglesia orante Se cuenta de los primeros convertidos al cristianismo el día de Pentecostés, que habiendo recibido el don del Espíritu Santo <,perse– veraban en oír la enseñanza de los Apóstoles y en la unión, en la fracción del pan y en la oración .» (Hech 2, 38. 42). La «fracción del pan» era la Eucaristía -la celebración de la Misa- , en que los fieles se unen en torno al Cuerpo del Señor para formar el cuerpo de la Iglesia. El reconocimiento de Jesús como Salvador y Señor se tiene por la virtud del Espíritu Santo : 34