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11 Se dice en ocasiones que la religión es cosa privada de cada hombre. Es verdad, si se ent iende que no puede ser regulada ni im– puesta por ordenanzas municipa les . No es verdad, si se piensa que la conducta religiosa de uno no interesa a los demás. La rel igión no puede esconderse en un rincón del corazón humano aislado de la sociedad . «En todo t iempo y en todo pueblo es grato a Dios quien le teme y practica la justicia .. . Pero f ue voluntad de Dios santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara de verdad y le sirviera santamente.» (Conc. Vaticano 11, Const. sobre la Iglesia, n. 9.) 23
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