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No sabemos cuándo será el fin del mundo, ni nos interesa demasiado. La vuelta del Señor es inminente en el destino de cada hombre, pues la muerte es ya encuentro definitivo con Jesús. - Para los suyos, es la promesa del encuentro amoroso en la mayor felicidad. - Para los que no aceptan su mensaje, pesa como una amenaza. En nuestra condición de miembros de la Iglesia no tenemos más que motivos de esperanza. «Somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos al Sal– vador y Señor Jesucristo, que reformará el cuerpo de nuestra vileza, conforme a su cuerpo glorioso» (Fil 3, 20-21 ) . «Cuando se manifieste Cristo, nuestra vida, entonces también nos manifestaremos gloriosos con El» (Col 3, 4). No es extraño que los primeros cristianos, en su fervor; se saludaran con estas palabras: Maran atha ! (qu~ son una súplica por el retorno o parusía del Señor): ¡VEN, SEÑOR NUESTRO! DIALOGO Y REPASO 1) ¿Qué ideas se esconden bajo la imagen celeste que describe el Apocalipsis? 2) El buen cristiano, ¿ha de tener cara alegre o triste? ¿Por qué? 3) ¿Qué consecuencia se ha de sac¡u de la incertidumbre acerca de la venida del Señor? LECTURA Lo que el ojo no ha visto Eso dijo San Pablo después de ser arrebatado al cielo. No es posible describirlo. Es algo infinito para el hombre finito y pequeño . Nos será una «sorpresa» infinitamente alegre, gozosa, aun para el teólogo y el hombre más sabio y experimentado; y hasta el «místico», el santo. Curioso es el diálogo entre una madre y su pequeñuelo: -Anda, Tomás, ve a la Catequesis, que ya es hora . -Hoy no quiero ir. 171

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