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3.-En la oscuridad de la fe La luz de Dios es tan arrebatadora, que si se presentara de repente al hombre le deslumbraría; y le atraería sin que el hombre pudiera resistirse. Pero Dios quiere que vayamos a El por decisión personal nuestra, aceptando responsablemente su amistad. Y se nos insinúa poco a poco «como por espejo, confusa– mente» para que le aceptemos sin violencia y por amor. La Verdad de Dios, aunque confusa por no dejarse aún ver en sí misma, no es insegura: invita con claridad suficiente para quien quiera adherirse a ella; y con oscuridad suficiente para que los hombres de mala voluntad puedan rechazarla. Porque Dios quiere servidores libres, nos llama para que le res– pondamos en 1(1 oscuridad de la fe, antes de manifestársenos cara a cara. Es por la fe como nos encontramos con Cristo, paciente y resucitado al mismo tiempo, cuando recibimos, la gracia santi– ficadora de los sacramentos. «Al presente nuestro conocimiento es imperfecto, y lo mismo la profecía. Cuando llegue el fin, desaparecerá esto que es imperfecto ... Ahora vemos por un espejo y oscuramente, entonces veremos cara a cara. Al presente conozco sólo en parte, entonces conoceré como soy conocido» (1 Co 13, 9-10.12) , 4.-En la seguridad de la esperanza La Cruz no es término final del ser cristiano. El signo de la Cruz preside la vida del cristiano en este mundo en cuanto que es pórtico de resurrección y vida eterna. El cristiano espera encontrarse con Cristo glorioso para vivir con El para siempre . La muerte del cristiano tiene un reverso de vida que se manifestará algún día. «Como en Adán hemos muerto todos, así también en Cristo somos todos vivificados. Pero cada uno a su tiempo: el primero Ctisto; luego los de Cristo, cuando El venga» (1 Co 15, 22-23). La esperanza del retom o del Señor es l o que da sentido a la actua– clón de la Iglesia. en el mundo. 161

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