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donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 19-20). 4.-Los niños y los desvalidos hacen presente aJesús Los niños y los pobres hacen brillar ante los hombres el rostro del Señor. El se hizo niño y pobre como nosotros. Vino al mundo a infundir una esperanza de salvación en Dios; y en nadie es tan intenso ese anhelo como en los niños que buscan ayuda, o en los pobres o enfermos que no pueden valerse por sí mismos. Esta presencia en los pobres y desvalidos la enseña Jesús cuando nos dice en el Evangelio lo que responderá en el juicio final. «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? ,, Respuesta de Jesús: «En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 37-40) . 5.-Jesús actúa en los sacramentos La virtud santificadora de los sacramentos proviene de Cristo, como la fuerza de un bastón que mueve una piedra viene de la persona que empuña el bastón. El hombre que administra un sacramento lo hace en nombre de Cristo. Su representación no es como la de un embajador humano, a distancia. Cristo está en el ministro de los sacramentos aplicando por su medio la acción santificadora de su gracia. El Concilio Vaticano 11, en la Constitución sobre la liturgia, recuerda el dicho de San Agustín: «Cuando un hombre bautiza, es Cristo quien bautiza.» 154 San Pablo, escribiendo a los efesios, habla indicando que el bautismo que se administra en la Iglesia es obra de Cristo: «Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola mediante el lavado del agua con la palabra» (5, 25-26).
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