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Lo que hacéis a uno de éstos, a mí me lo hacéis, dice el Señor. Porque la palabra de Dios no es como la palabra de los hombres. La palabra de los hombres pasa y se desvanece; se pierde en el tiempo o se apolilla en los libros. La palabra de Dios continúa viva en la Sagrada Escritura y en la predicación de la Iglesia. Se le puede aplicar lo que dijo el Señor: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Me 13, 31). 3.-Jesús, presente en la comunidad que ora La luminosidad de la presencia de Cristo se refleja de modo par– ticular en los grupos de cristianos que se reúnen fraternalmente a orar. La fuerza del amor de Cristo se intensifica; y se percibe claramente la presencia del Señor. Lo dijo El mismo: «Os digo en verdad que.si dos de vosotros con– viniereis sobre ·l a tierra en pedir cualquier cosa, os la otorgará mi Padre que está en los cielos. Porque, 153

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