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Sólo hacia Dios se vuelve su corazón. a la juventud para que los que se sientan llamados por el Señor, se decidan a seguirle con prontitud y valentía . Los padres cristianos han de educar de tal modo a sus hijos, que cultiven y protejan en sus corazones la vocación religiosa. Todos los fieles cristianos -especialmente de niños y jóvenes– pueden sentir la llamada del Señor y entonces deberán corresponderle fielmente. La vocación religiosa no es necesariamente una inspiración sobrenatural que se perciba sensiblemente de modo milagroso. Puede ser, sencillamente, un entusiasmo sereno y conven– cido por la gloria de Dios y el convencimiento de que hay que realizar ese ideal con una entrega total a Dios. Dios necesita hombres valerosos, capaces de renunciar a valores terrenos por dilatar en su corazón y en las almas los valores celestiales. , Este es el fin con que se entregan a Dios los verdaderos religiosos. 147

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