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Y esta tarea común hace más profundo su amor y da entu– siasmo a su vida. Así es como el matrimonio se convierte en fuente de vida para los hijos y para los padres. 3.-Sacramento, fuente de vida sobrenatural En esta realidad humana del matrimonio puso Cristo un signo más de su gracia y de su amor a los hombres. Cuando dos cristianos se unen en matrimonio, está allí Cristo santificando su amor. La mutua entrega del hombre y de la mujer es señal viva de la entrega y amor de Cristo a su Iglesia. Cristo hace así del matrimonio una fuente eficaz de gracia y vida divina para los que lo contraen. Dice San Pablo: «Vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla ... El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, y nadie aborrece jamás su propia carne, sino que la alimenta y la abriga como Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de su Cuerpo ... Gran misterio es éste, pero entendido de Cristo y de la Iglesia» (Et 5, 25-32) . 4.-Santidad del matrimonio. El contrato matrimonial entre cristianos, por ser un sacramento, adquiere la categoría de una cosa santa. Se han de entregar el uno al otro en alianza irrevocable hasta que la muerte los separe. Es natural, por consiguiente, que la Iglesia prescriba que el matri– monio se cetebre en lugar santo y, preferiblemente, dentro de la li– turgia eucarística (en la misa). El ministro de Dios bendice el matrimonio que los novios celebran en su presencia. Cuando el matrimonio no pudiera ser celebrado en ta iglesia y ni siquiera ante un sacerdote o diácono, no por ello dejaría de ser sacramento, ya que los ministros del sacramento son los ·mismos que contraen el matrimonio. 138
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