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Es verdad que este momento infunde un gran respeto y saludable temor. Pero Jesucristo ha querido que no diésemos este paso en soledad; El mismo, El, que ha pasado también por la muerte en un acto de amor extremo al Padre y a los hombres, quiere ser nuestro viático, es decir, el alimento para nuestro camino. Recibiendo este alimento, que es el Cuerpo de Cristo, permanecerás un ido a El, el Buen Pastor. El es quien con– duce por la tiniebla de la muerte hasta el resplandor de la luz de Dios, a la contemplación sin velos del Señor de la gloria, al reposo del paraíso. Disponte, pues, para recibir ahora el Cuerpo de Cristo resucitado. Recuerda las palabras del Señor: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna» (Jn 6, 51 ). Expresa , antes de comu lgar, la fe que te llevó al santo bautismo y según la cual has vivido en la Iglesia . 10.-La oración de la comunidad en torno al moribundo Toda la Iglesia se siente afectada cuando un hijo suyo pasa de este mundo a la eternidad. En nombre de todos los hermanos, el sacerdote y cuantos se encuentran al lado del enfermo pueden rezar algunas de las preciosas oraciones que para tales momentos posee la liturgia. Oremos. Clementísimo Señor, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo, que no quieres que perezca ninguno de cuantos creen y esperan en ti; mira propicio, según la inmensidad de tu misericordia, a tu siervo ... , a quien te lo recomiendan la verdadera fe y la esperanza cristiana. Visítalo con tu salvación y, por la pasión y muerte de tu Hijo único, concédele benignamente el perdón de todos sus pecados, para que su alma, en el momento de su partida, encuentre en ti un Juez benigno y, lavada de toda mancha en la sangre de tu Hijo, merezca pasar a la vida eterna . Por Cristo nuestro Señor. Amén. Recomendación del alma a Cristo Señor, te recomendamos el alma de tu siervo y te suplicamos, 123
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