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Después, unge con óleo sagrado el cuerpo del enfermo diciendo: Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te perdone el Señor todos los pecados que has cometido con la vista (con el oído, etc.) El enfermo o todos los presentes responden: Amén. La unción la hace el sacerdote con el dedo pulgar de la mano derecha en forma de cruz y en los principales miembros: ojos, oídos, nariz, boca, manos y pies. Especialmente la última unción se puede omitir si hay cualquier causa razonable. Se termina con unas oraciones por el enfermo en las que se piden todos los beneficios espirituales y corporales que el sacramento puede reportar. El Concilio Vaticano II indica la conveniencia de que este sacramento se administre después de la confesión y antes del viático. 9.-La comunión del Cuerpo del Señor, viático del hombre La comunión del Cuerpo del Señor es para el cristiano alimento de vida y «prenda de resurrección». «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna V yo le resucitaré en el último día» (Jn 6, 54). La Iglesia, además de administrar a los enfermos el sacramento de la unción, se preocupa de llevarles de modo especialmente cariñoso, el más grande de los sacramentos. He aquí el mensaje consolador que la Iglesia, por boca del sacerdote, le lleva al enfermo cuando, después de la unción, le da la Eucaristía: 122 Querido hermano: He venido a tu lado, trayéndote el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, consagrado en la misa, para que puedas comulgar. El Padre del Cielo, que te llamó para que vivieras como hijo suyo en la Iglesia, que te ha dado tantas pruebas de amor durante el tiempo de tu vida, permite ahora que te encuentras quizá ante la más decisiva de tus acciones: la de pasar de este mundo a su gloria, dando los últimos pasos del camino hacia la eternidad .
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