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3.-Los discípulos de Cristo luchan contra la enfermedad Cuando los apóstoles, al principio de la predicación de Jesús, fueron enviados po r El a exhortar a las gentes al arrepentimiento de los pecados, «curaban muchos enfermos ungiéndoles con óleo» (Mc6,13) . Después, Cristo resucitado, antes de su ascensión, prometi ó que a los que creyeran en El les acompa ñaría n seña les prodigiosas. «Pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud» (Me 16, 18). Siempre los hombres han acudido a Dios y a sus santos pidiendo la curación de sus enfermedades. Y la Iglesia ha tenido esmero particular en cuidarse de los que sufren, sobre todo con instituciones sanitarias y benéfi cas. Es que la situación del hombre enfermo se hace corporal y espiritualmente difícil. 4.-EI sacramento de la unción de los enfermos Dios no nos impone de repente y por fuerza su amor. Quiere insinuarse e insistir hasta conquistar poco a poco nuestro corazón. Tampoco ha quitado de cuajo el dolor y la muerte de la vida de los hombres. · Ha hecho, más bien, de todo ello un instrumento para que, asociándonos a la pasión y muerte de Jesús, vayamos madurando y haciéndonos fuertes en su amor. Pero la enfermedad grave y la muerte constituyen una situación crít ica para el cristiano, que se siente aislado de la vida social del mundo y abandonado de sus fuerzas propias. Para esta circunstancia instituyó Jesucristo el sacramento de la unción de los enfermos, signo eficaz de su presencia amorosa al lado de los que sufren. 119

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