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Todo el Antiguo Testamento es un pregón constante de la misericordia del Señor: «Su misericordia es eterna», se repite una y otra vez en la Sagrada Escritura, especialmente en los Salmos. Por boca de Ezequiel, dice el Señor: «No quiero yo la muerte del pecador, sino que se convierta y viva» (18, 21-23). Los profetas testimonian la paciencia de Dios esperando que los pecadores se vuelvan a El. Dios no fuerza al hombre para que se convierta a El. Pero lo quiere de verdad. Ha de ser nuestro amor quien res– ponda a su amor. 7.-0ios revela por Jesucristo su gozo en perdonar El colmo de la misericordia de Dios para con los pecadores se manifiesta en Jesucristo. «Yo os digo que en el cielo será mayor la alegría por un pecador que haga penitencia, que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia» (Le 13, 7). Podemos naufragar en la travesía, si cedemos en la tempestad de la tentación. 105
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