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«El que no permanece en mí, es echado fuera como el sarmiento (que se separa de la vid), y se seca, y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan» (Jn 15, 6). 4.-EI pecador, mal hijo y mal hermano Jesús compara al pecador con el hijo pródigo que se marcha de casa de su padre y se arruina lejos de él, echando a perder todos los bienes que de él recibió . El cristiano que peca gravemente pierde el bien más grande, que es su condición de hijo de Dios y heredero del Cielo. Aunque ·quede dentro de la Iglesia, su presencia es nociva para la comunidad. La ofensa a Dios es, pues, ofensa contra los hermanos. El pecador, mal hijo de Dios y mal hermano de los hombres, es como la mala hierba en el trigal de la Iglesia. 5.-Nadie vuelve a Dios sin penitencia Penitencia significa (como virtud) conversión de la mente a Dios y apartamiento del pecado. No se puede servir a dos señores: Dios y el diablo. Por eso hay que dejar el pecado, hacer penitencia; si se quiere entra r en la salvación , que es servicio de Dios. Todos tenemos obligación de colaborar para que los cris– tianos pecadores vuelvan a la amistad con Dios, según escribe Santiago: «Hermanos míos, si alguno de vosotros se extravía de la verdad y otro logra reducirle, sepa que quien convierte a un pecador de su errado camino, salvará su alma de la muerte y cubrirá la muchedumbre de sus pecados» (5, 20). San Pablo se alegra en cierta ocasión del dolor y tristeza de los corintios, porque fue dolor y tristeza de penitencia por los pecados: <<Ahora me alegro, no porque os entristecisteis; sino porque os entristecisteis para penitencia» (2 Ca 7, 9). 6.-0ios llamó siempre a la conversión El amor paternal de Dios a los hombres se dejó sentir siempre sobre la humanidad. 104
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