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«Si, pues, al presenta r tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo que reprocharte, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a recon– ciliarte con tu hermano, luego vuelves y presentas tu ofrenda» (Mt 5, 23-24). Mucho más necesitaremos vivir en caridad para acercarnos a ofrecer a Dios la Víctima del sacrificio eucarístico, que es su propio Hijo. 6.-EI cumplimiento de la ley del Señor, fruto de la Eucaristía El comulgar con el Cuerpo de Cristo nos hace vivir la misma vida del Señor, que es caridad. «El que me come vivirá por mí» (Jn 6, 57) . «Y ésta es la caridad de Dios, que guardemos sus preceptos» (1 Jn 5, 3) . Por este cumplimiento de los mandamientos de Dios, se ha de guiar el amor a los hermanos. «En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, si . amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos» (7 Jn 5, 2) . Lo mismo que no existe amor de Dios sin caridad para con el prójimo, tampoco hay verdadero amor del prójimo sin cumplir los mandamientos de Dios. 7.-La liturgia eucarística, plegaria de unidad La plegaria eucarística constituye el núcleo central de la Misa . Actualmente se recita esta plegaria -o canon- de maneras diversas. Siempre se pide al Señor que nos congregue a todos en la unidad por la virtud del Cuerpo y la Sangre de su Hijo. En la plegaria eucarística tercera, ora el sacerdote en nombre de los fieles: 98 «Dirige tu mirada sobre la ofrenda de la Iglesia, y reconocrJ en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo Cuerpo y un solo espíritu.»

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