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que importa es el modo con que se ama. Este misterio de amor nuevo encierra el mismo misterio de Cristo que sigue encarnándo– se hasta el fin de los tiempos, en los hombres. Y por ello nos re– cuerda: '.'El que os recibe a vosotros, me recibe a Mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado". A la luz de esta doctrina que es la columna vertebral del Evangelio hay que entender el primer párrafo del Evangelio de hoy. Que me perdonen tantos autores piadosos, o impíamente pia– dosos, pero sin duda a base de frases sueltas del Evangelio, lo han deformado. Eso de odiar a los padres, de prescindir de ellos ... ; uno nunca llegó a comprender cómo se podían conjugar con el cuarto mandamiento de la ley de Dios, que Dios no vino a abolir sino a hacerla cumplir plenamente. Y el amor a los padres no nos pide que los dejemos de amar, sino que los amemos con el nuevo estilo de amor; viendo en ellos al propio Cristo que se ha encarnado también en nuestros parien– . tes. No se trata de poner en un platillo a Cristo y en otro a los pa– dres, sino en ponerlos juntos. Y entonces ese amor natural será so– brenatural, y se amará más a los padres, a los hijos. La otra clase de amor que nos quisieron meter ciertos auto– res, no tenía nada de cristiano, ni siquiera de amor, era el más fe– roz egoísmo. Era prescindir, por un ideal superior, de un deber elemental y a veces muy costoso, que lleva consigo muchas ho– ras de paciencia, y ya sabemos que la paciencia es la caridad de las horas molestas. 0risto nos mandó amar al prójimo. Gritó varias veces eso del prójimo, pienso -y perdónenme los. malos pensamientos- con la mala o la buena intención que nos fijásemos, de que el prójimo es el "próximo". Amar al lejano es cosa fácil, es el- romanticismo de la caridad. Hasta a los enemigos muertos terminamos por com– padecerles y amarles. Pero amar a ése que diariamente se roza con nosotros y nos , molesta, eso es lo difícil ... Y eso es lo que Cristo nos mandó hacer. Y hacerlo de una manera nueva e in– novadora, como si le amásémos a El mismo, que a la hora de pre– miarnos y examinarnos del amor, él nos dará el correspondiente pago.. 95

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