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Deci motercer rlomingo 2 Reyes 4, 8-11. 14-16 a. Romanos 6, 3-4. 8-11 Mateo 10, 37-42: "El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado". UN NUEVO ESTILO DE AMOR ¿Qué haríamos nosotros si una tarde cualquiera un hombre pobre o un pobre hombre, llamase a la puerta de nuestra casa pa– ra pedirnos un vaso de agua? Comenzaríamos por no creer en la sinceridad de su petición. Veríamos enseguida segundas intencio– nes. Un nuevo truco para pisar el umbral de una puerta, ese hom– bre era ... Y Cristo dice en el Evangelio de hoy: "El que dé a beber aun– que no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pobreci– llos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo ase– guro". Sin duda que no hay limosna tan barata como un vaso de agua. El agua corre libremente por las fuentes o encarcelada en las cañerías, y está al alcance de todos los bolsillos y de todos los labios. Si se nos ocurre entrar en un bar pidiendo un vaso de agua, sin duda que el barman, después de mirarnos como a un en– fermo del estómago, nos da el agua o nos dice que no hay, aun– que tenga el grifo debajo de sus narices, para que tomemos otra cosa. Porque el agua no se cobra a nadie. Pueden cobrar por un agua tonificada por los hombres, quince pesetas, pero por el agua que Dios hizo, nadie paga nada. Excepto Dios. Y parece que habrá varios premios según sea el don que nos– otros demos. El Evangelio de este domingo nos lo insinúa. Cristo no mira lo que se dé, sino la intención con que se da. Porque en este nuevo estilo de amor que El ha inaugurado sobre la tierra, lo 94

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