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dote para unas mil personas, si descendemos hacia el Sur, si pa– samos Despeñaperros, la proporción puede ser -es, mejor di– cho- de uno para cinco mil. Y pasemos el estrecho. Africa también pertenece a Dios. La proporción o la desproporción es inmensa. Y para esas gentes también vino Cristo. Y también a ellos mira la Iglesia. ¿Cuál es la solución? La solución que dio Cristo parece muy simplista. Pero por eso mismo cuesta menos ensayarla. Probemos a ver. Cristo dice sencillamente -recordémoslo-: "Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies". Ante la escasez alarmante de vocaciones se han ensayado muchas soluciones. Apenas si alguna ha dado un mínimo resulta– do. Se han experimentado otras con resultados catastróficos. Pro– bemos a ver ésta: oremos por las vocaciones. Sin duda que se ora por ello, hay hasta asociaciones apostólicas con este fin, pero ¿oramos bastante? La juventud actual no puede defraudar a la humanidad. Tam– bién los jóvenes de hoy tienen ideales elevados. No todos son lo mismo, como siempre ha sucedido. Quizá no hemos sabido ofre– cerles un ideal que les llene. Quizá hemos montado el edificio de la vocación sobre fundamentos humanos. Tengamos miras más al– tas, y sobre todo más oraciones en nuestros labios, para ver si Dios nos ilumina a nosotros mismos, para encontrar el camino rec– to de una auténtica solución. Recuerdo aquella anécdota que se cuenta de un pueblo que estaba dividido en dos bandos ¿Cuántos pueblos habrá allí? Se– gun era costumbre, a la salida de la misa del domingo se enzarza– ban en mil disputas, lo cual no dejaba de ser el mayor de los con– trasentidos. Una mañana, un viejo dijo: "Recemos antes de empe– zar un Padrenuestro". Y comenzó él a rezarlo muy despacio y sin– tiendo lo que decía. Y se paró en aquello de "perdónanos ... ". Aquel día se resolvieron los problemas que tanto habían agriado la · vida del pueblo. La solución de Cristo parece muy simplista. Pero cuando El la da... , probemos a ver... 91

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