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EL TESTIMONIO Noveno domingo Deuteronomio 11, 18. 26-28. Romanos 3, 21-25a. 28. Mateo 7, 21-27: "No todo el que me dice "Se– ñor, Señor," entrará en el Reino de los cielos, sino et que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo". El refrán castellano dice: "Obras Bon amores, y no buenas ra– zones". No es que estemos por principio a favor de los refranes, y aseguramos, como se suele decir, que contienen una gran sabi– duría. A veces, en muchos refranes la sabiduría termina en una ri– ma de escaso lirismo. Digo esto no por desprecio a los refranes, sino para acentua, la gran sarnauna ae1 cnaao hoy. Porque tiene condensaao en ~u breve pareado todo aquello que Cristo dijo tantas veces: "Si al– guien me ama, guardará mis mandamientos, mis palabras ... " Y hoy vuelve a decir lo mismo. Se admira uno de la eterna fragancia y actualidad del Evangelio. El de hoy lo podría haber firmado cualquier joven contestatario. Merece la pena que lo lea– mos en Mateo 7, 21-27. Nos puede servir para analizar la autentici– dad de nuestro cristianismo. Si de algo estamos saturados es de buenas palabras. Más o menos todos nos sabemos de pe a pa la doctrina cristiana, el Evangelio, las últimas novedades religiosas. Somos capaces de endilgar un discurso sobre conducta cristiana a quien se nos pon– ga delante. Pero el obrar en consecuencia ya es cosa muy distinta. Esa saturación de buenas palabras cristianas -palabras im– presas y palabras escritas -es lo que vuelve a tantos escépticos 86

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