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Octavo lsaías 49, 14-15. 1 Corintios 4, 1-5. Mateo 6, 24-34: "Por tanto no os agobiéis por ef mañana, porque el mañana traerá su pro– pio agobio. A cada día te bastan sus disgus– tos". ¿QUE SERA DE MI? Leído despacio este evangelio nos damos cuenta de que Cris– to quiere hacer resaltar dos cosas: la confianza que hemos de tener en nuestro Padre celestial, y la desconfianza ante íos bienes de la tierra. Nosotros solemos hacer al revés y así se nos cae el pelo y aparecen las úlceras y los infartos. Confiamos en los bienes de la tierra. Planificamos para aquí abajo. Tratamos de engrosar las cuen– tas corrientes, ampliar los negocios o al menos las horas de tra– bajo para que los jornales alcancen a darnos el pan nuestro de ca– da día. ¿Está mal eso? ¿Debemos de hacer materialmente como los lirios y los pájaros, despreocupándonos de todo? No. Cristo nos los puso como modelo, pero no que hiciéramos exactamente lo mismo. Nosotros no somos pájaros ni lirios. Somos hombres y hemos de comportarnos inteligentemente. Pero de ellos sí pode– mos aprender. Porque ya lo decía Escoto, el gran teólogo medieval: "No siem– bres y ya verás lo que recoges". Y el Papa Juan decía: "Hay que confiar en la Providencia y pero también hay que ayudar a la Pro– videncia". Y a la Providencia se le ayuda trabajando. Esforzándo– se. Cristo reprueba la angustia nuestra por pensar que nos va a faltar hasta el aire que respiramos, y la confianza desmedida en la riqueza. No hay cosa más incierta que ésta. Y nos lo demues- 84

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