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Por tanto, amar a los que nos aman, eso lo hace todo el mun– do. Eso lo están haciendo los judíos y los árabes, con sus aliados y amigos. El petróleo llega para aquellos que les han favorecido. Para los que han favorecido a los contrarios, para esos, nada. Y pobres de aquellos que quieran ayudar a los que ellos no ayudan. Para esos también habrá corte. Estoy seguro que nosotros lo juz– garnos lo más razonable del mundo. Es lógico. 1 Cristo también lo juzgaba lógico. Tanto que en su sermón di– ce: "Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos?". Así fue y así sigue siendo. Los judíos se han estancado en el Antiguo Testamento. Y los árabes, por mucho que se declaren sus enemigos, siguen siendo tributarios de ese mismo Testamento, tan superado por Cristo. Ellos siguen el precepto de "amar al amigo, al hermano, y odiar al enemigo". Comprendo que la religión cristiana es dura, justamente por eso. Nos parece impracticable en un mundo como el actual, don– de hay que tener una suprema diplomacia para no irse a las ma– nos los unos con los otros. Cuando uno no sabe de quien fiarse. Pero si es la religión del amor, es por eso. Y nosotros no podemos quedar meramente en el deseo, debemos hacer algo, para que sea realidad. De sobra sabía Cristo que era una cosa muy difícil. Y dijo al fi– nal: "Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es per- . fecto". Es una meta, inalcanzable "-pues sólo Dios es bueno-", pero a la que tenemos que tender sin cesar. Sólo así nos podremos parecer un poco al Padre del cual nos llamamos hijos. Es muy boni– to eso de llamarle a boca llena: "Padre nuestro ... " y luego no ha– cer lo que El nos manda. Sólo así podremos construir ese mundo de paz que todos- anhelamos tan ardientemente. La paz tiene que ser consecuencia del amor. Quizá lo hemos cantado muchas veces: "Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen, y quieres que siga tu ejemplo, brindando mi amor al hermano, construyendo un mundo de paz". 83