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ble fracaso- en el desprecio de todo lo antiguo. En pensar que el mundo comienza con ellos, sin darse cuenta que por sus venas corre la misma sangre humana de hace milenios. Podían aprender de Cristo. Su Evangelio transpira juventud y frescura, pero no desprecia lo antiguo. Construye sobre lo anti– guo: "No viene a abolir la ley, sino a darle su perfecto cumplimien– to". Quiere que nos metamos dentro del espíritu de toda ley y no nos quedemos meramente en la letra. Porque la letra, aunque pa– rezca más rígida, es más cómoda, ya que se puede retorcer, y el espíritu de la ley es más exigente. Hay un decálogo de los jóvenes contestatarios que el ex-vice– presidente de los Estados Unidos ha enunciado así: "No tolerarás que tu adversario haga uso de la palabra. No expondrás ningún programa propio. No confiarás en nadie que tenga más de treinta años. No honrarás a tu padre y a tu madre. No aprovecharás la enseñanza de la historia. No escribirás nada que sea más largo que un "slogan". No presentarás nunca una petición negociable. No aceptarás ninguna idea establecida y acreditada. No reveren– ciarás a nadie, salvo a los héroes totalitarios. No pedirás perdón por tus delitos, sino que exigirás amnistía para los mismos". Con todo respeto para Spiro Agnews, -ya ex-, pienso que se pasó de la raya. Por mucho que le duelan las marchas juveniles contra la guerra de Vietnam o contra su Administración, ni todos los jóvenes son iguales, ni todo lo suyo es malo. Los jóvenes tie– nen más necesidad de modelos que de críticos y de aduladores. El fue el limpio al que descubrieron manchas. Sería pena que por incomprensión de unos y de otros se es– tropease toda una generación de jóvenes. Vuelvo a citar a Mara– ñón: "La juventud es la época en que la personalidad se constru– ye sobre moldes inmutables. Y, además, la única ocasión en que esto puede realizarse. Toda la vida seremos lo que seamos capa– ces de ser desde jóvenes". Los jóvenes se encuentran en la encrucijada del sí o el no, del ser o no ser. Para ellos sirven, mejor que para nadie, las pala– bras de la primera lectura de la liturgia de hoy: "Si quieres, guar– darás sus mandatos, porque es prudente cumplir su voluntad; an– te ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; de– lante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja". 8i
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