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YO SOY LA LUZ Tercer do1ningo lsaías 9, 1-4 1 Corintios 1, 10-13. 17 Mateo 4, 12-23: "El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande". Schiller, el autor del himno triunfal de la alegría, escribió: "De to– dos los elementos que ha creado la naturaleza, la luz es la creación más alta". Y más bella, y más pura, y -¡claro!- más resplandeciente. Por ello el mismo Dios cuando se hizo hombre tomó metáfora de la luz para anunciarse: "Yo soy la luz del mundo... " El evangelio de hoy nos dice: "El pueblo que habitaba en ti– nieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra, y som– bras de muerte, una luz les brilló". Cristo se hizo luz para prender su llama en el alma de los hombres. Por eso dijo a los discípulos: "Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciu– dad asentada sobre un monte, ni se enciende una lámpara y se pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa. Así ha de lucir vuestra luz ante los hom– bres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vues– tro Padre, que está en los cielos". Pienso que muchas veces nosotros escondemos la luz de Cristo. Nos la apropiamos. Dividimos el mundo en compartimientos estancos y no deja– mos pasar nuestra luz a aquellos que no juzgamos de los nues– tros. La escondemos. La ahogamos. Levantamos murallas. La usa– mos y abusamos de ella para nosotros solos.

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