BCCCAP00000000000000000000934

emn us Deuteronomio 8, 2-3. 14 b-16 a. 1 Corintios 10, 16-17. Juan 6,51-59: "Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron: el que come este pan vivirá para siempre". EUCARISTIA E INMORTALIDAD El hombre siempre anheló la inmortalidad. Aquello del antiguo que decía "sé que soy inmortal por dos cosas: porque sueño y por– que me afligen los deseos", vale, también, modernamente. Aunque los hombres no crean. Porque si se para un momento a pensar– Y ya es difícil pararse ahora, a pesar de las restricciones de gaso– lina- se darán cuenta de que somos más que meros animales. No obstante, todos anhelan -o muchos, al menos- tener to- da la vida aquí. No morir. Lo del poeta: "¡Morir! ¿Quién dijo morir? No; morir, nunca. ¡Vivir! Luchar, gozar, trabajar; y padecer y vencer; y algunas veces reir, y algunas veces llorar". El fiel retrato de la vida presente. Pero, aunque anden buscan– do las fuentes de !a juventud que ahora se han instalado en las clínicas de rejuvenecimiento, la muerte es ineludible. Entonces que buscar otra fuente de inmortalidad. Otra fórmula. Otra geron– tología. Esa nos la da Cristo en su promesa de la Eucaristía. Escribió S. lreneo: "Uniéndose a nuestros cuerpos en la comunión, deposita Jesucristo en nosotros e! germen de la vida y de la gloria. Pareci- 68

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz