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S I' • l..._. an ma Exodo 34, 4 b-6. 8-9. 2 Corintios 13, 11-13. Juan 3, 16-18: "El que cree en él, no será con– denado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios". ¿QUIEN ES ESTA? Es ºtriste la anécdota que se cuenta de un cristiano en París. Un sacerdote le preguntó simplemente: -¿Tú sabes qué es la Tri– nidad? -¡Oh, sí! Eso lo sabe todo el mundo, aquí, en París -¿Qué? -Una estación del "Metro" ... La pregunta podía ser confusa. La respuesta así, tan categó– rica, sin dudar, sin pensar que un sacerdote podía preguntar por algo más trascendente, es alarmante. Es un índice para evaluar la ignorancia religiosa de un ambiente. Y sin embargo, él y nosotros somos católicos. El y nosotros hemos sido bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad: el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. El y nosotros hemos sido ben– decidos largamente en la vida por esas tres personas que descien– den sobre nuestras almas cada vez que un sacerdote nos bendice. La Trinidad es la gran ignorada. No ya el misterio en sí. El misterio tenemos que creerlo o no creerlo. Tenemos suficientes da– tos en la Escritura para pensar en su veracidad y en su existencia. Quien tiene fe, no puede admitir duda en esta materia. O somos o no somos. Podemos poner comparaciones, alegorías, pero nada más. Todo queda muy por abajo de la realidad, que siendo tres personas sea un solo Dios verdadero. No hay mente humana capaz de comprender eso. Sólo existe una mente capaz de comprender– lo, y ése es precisamente Dios. Pero se trata justamente de tener noticia de su existencia.. Porque se trata de una noticia trascendente. Aunque los periódicos 66

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