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Solemnidad de la Ascensión Hechos 1, 1-11 Efesios 1, 17-23 Mateo 28, 16-20: "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mun– do". LA HUELLA DE DIOS Los humanos tendemos a plasmar en algo tangible la huella de Dios sobre la tierra. Por ello los cristianos levantaron en el mon– te de los Olivos, en el lugar donde se alzó Cristo sobre la tierra, una maravillosa basílica llamada lmbomon. Llegaron los persas y la destruyeron. Llegaron los cruzados y la reconstruyeron. Llega– ron los árabes y la arrasaron para levantar una mezquita. Unica– mente quedó en pie el templete octagonal de los cruzados. Desde los tiempos de Saladino un mulsurnán guardaba la entrada. Hoy no sé si hay algo que guardar. Sin embargo la realidad es mucho más bella que todo el arte de los hombres. Porque Cristo antes de irse les habla de quedar– se en medio de ellos. Les dice textualmente en este breve Evange– lio de la Ascensión: "Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id y ha– ced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre 'del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guar– dar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Es decir, !o tan repetido por Jesús, que la huella de Dios hay que buscarla en el hombre. Porque Dios creó al hombre a "su ima– gen y semejanza". Por eso considero muy poco práctico andar buscando la huella de Dios sobre el polvo del mundo y menos le– vantar fastuosas basílicas para encerrarla como una reliquia. Hoy se vuelve a plantear la cuestión de la conveniencia de gastarse grandes cantidades de dinero en iglesias cuando hay mu– chos hijos de Dios que se mueren de hambre. Opino personalmen– te que deban levantarse iglesias para congregar a los cristianos, porque la labor del templo es hoy por hoy insustituible. La realidad 60

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