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• UJil om11 Hechos 6, 1-7 1 Pedro 2, 4-9 e Juan 14, 1-12: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí". YO SOY EL CAMINO Cuando abrimos la puerta -umbral de la esperanza- para salir a la calle, "aunque todo el mundo se nos haga senderos", sabemos a donde ir. Tenemos un camino, casi rutinario, para ir al trabajo cotidiano que nos da, también, el pan nuestro de cada día. Cuando hablamos de CAMINO, con mayúscula, hablamos de Cristo, que para autodefinirse se llamó a sí mismo CAMINO. El Evangelio nos recuerda hoy esa frase desgastada por veinte siglos de cristianismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Nos vamos a sentar en el borde del sendero para meditar brevemente la frase de Cristo. El hombre, "ese pato apresurado", corre .enloquecido de una parte a otra, con la presión arterial a punto de estallarle y con la prisa cosquilleándole la piel. El hombre se afana por mil cosas ne– cesarias para planificar humana mente su vida, pero, en definiti– va, y demos las vueltas que demos, sólo Cristo es el camino, la verdad y la vida. Nunca podré olvidar la estética y espiritual impresión que me causó la poesía de Santa Teresa de Jesús grabada sobre piedra en un camino que ella hizo muchas veces: el camino que va de Salamanca a Alba de Tormes. Está sobre la cruz de una fuente: "La fuente de Santa Teresa". Allí se sentaba ella para descansar, beber agua, contemplar la sierra de Béjar y meditar en el cielo al borde del camino de la tierra. Por eso, allí, grabaron su poema: 56 Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta.

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