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Cuarto domingo e Pascua Hechos 2, 14 a. 36-41. 1 Pedro 2, 20b-25. Juan 10, 1-10: "Os aseguro que el que no en– tra por fa puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de fas ovejas". ¿COMO VENCER EL MAL? Entre la madeja superenredada que el rodar de la vida nos ofrece, dos cosas hay claras: La existencia del mal en la tierra y la lucha del hombre con– tra ese mal. Por ejemplo tomemos el caso cotidiano de la violen– cia. Podemos abrir cualquier periódico de cualquier ciudad o de cualquier nación, lo podemos abrir al azar, creo que no tardare– mos un minuto en encontrar un suceso de violencia en el mundo. Puede ser un accidente, un asesinato, un secuestro, una manifes– tación, una emboscada, una guerra o una guerrilla. Pero la violen– cia está presente en el mundo. Paradógicamente se levanta la voz de los mejores entre los hombres que condenan la violencia. No sólo de los hombres enca– ramados en las cumbres, sino también los que trabajan por la jus– ticia desde la base. Los que organizan las marchas pacíficas en Gualquier rincón del mundo y sienten que aquello se ha estropeado cuando comienzan las violencias. Este deseo de los hombres no es de hoy. Es un buen deseo que siempre ha anidado en el corazón de los hombres y que sin duda ha dado sus frutos. Como muestrario de todas las épocas y de todos los lugares aquí están estas citas: Cicerón, el famoso orador de las catilinarias y que al fin mo– riría asesinado, escribió: "Nada más opuesto a la justicia que la violencia". Carlyle, el autor de "Los héroes", dijo: "Es un error esencial considerar la violencia como una fuerza". Nuestro Fray Luis de León, que tanto amó la vida sosegada y que se vio perseguido por sus ideas, también opinó sobre la violen– cia: "Nunca es durable lo que es violento y es violento todo lo que es malo e injusto". 54
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