BCCCAP00000000000000000000934
los que duermen". Somos miembros de su cuerpo místico, si re– sucitó la cabeza, detrás, y a su debido tiempo, lo harán los miem– bros. Con tal de que estén incorporados a él. No ignoramos que existen teorías que quieren explicar de mil maneras la resurrección de Cristo. Pero son algo así como las bur– bujas de champán que luego quedan en nada. No obstante son -al igual que las dichosas burbujas- doradas y atrayentes, y ca– paces de hacer perder la cabeza a más de cuatro. Junto a estos teorizantes están los inmersos en un mundo tan material y materializado que no les importa nada lo que pueda ha– ber en el más allá. Son los que han repetido desde siempre: "Co– mamos y bebamos que mañana moriremos". Esa marejada del ma– terialismo parece inundarlo todo. Pero rompe ante la roca del se– pulcro de Cristo. Cristo resucitó para transportarnos a nosotros a otra vida mejor. Y esa certeza nos hace gritar: "Aleluya". Para todos esos que desconfían de la existencia de otra vida será bueno recordar las palabras de Pascal: "¿Qué razón tienen los ateos para decir que no se puede resucitar? ¿Qué es más difícil, nacer o resucitar? ¿Qué sea lo que nunca fue, o que lo que ha si– do sea de nuevo? ¿No es más difícil venir que volver? La costum– bre hace fácil concebir el nacer, la falta de costumbre hace lo otro imposible. ¡Chabacana manera de juzgar!". El famoso descubrimiento de los papiros del mar Muerto del que tanto han hablado los periódicos hace tres años viene a pulve– rizar todas las teorías modernistas y sus mitos. Pero para nosotros es mucho más importante la fe constante de la Iglesia en el dog– ma de la resurrección. Dogma que ha venido a recordar Pablo VI en el Credo del pueblo de Dios: "Fue sepultado y por su propio poder resucitó al tercer día, elevándonos por su resurrección a la participación de la vida divina que es la vida de la gracia". Resucitó, pues, y nosotros también resucitaremos. 49
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz