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Segundo domingo de cuaresma INSTALARSE Génesis 12, 1-4a 2 Timoteo 1, Bb-10 Mateo 17, 1-9: "Pedro, entonces tomó fa pala– bra y dijo a Jesús: Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Aunque nuestra civilización moderna esté montada sobre ruedas; aunque todo el mundo se haga caminos para el hombre que pone su pie fuera del umbral de su casa; aunque todos los ra– yos de luz puedan ser senderos. hacia ignotos mundos del cosmos; nada ama tanto el hombre como la quietud de su hogar. Lo prue– ban los miles de hombres que se afanan por tener un piso, o al menos un apartamento, y la vieja frase que se hace nueva en ca– da hombre: "Como en casa de uno, en ninguna parte". Todo esto nos puede hacer comprender la frase de Pedro en lo alto del monte de la transfiguración cuando le dijo a Jesús: "Si quieres haré tres chozas ... " Pero Cristo despertó a sus discípulos del sueño y les invitó a seguir caminando. Porque el hombre es esencialmente un ser nómada. Y si es cristiano no debe olvidar nunca que Cristo dijo: "Si alguno quiere ser mi discípulo tome su cruz cada día y SIGAME". Estamos de paso por el mundo. Vamos hacia la casa del Padre. Por muy pro– pio que lo creamos somos peregrinos y extranjeros en nuestro planeta. El peligro que nos puede acechar a nosotros, como a todos los hombres, es el ansia de instalarse, de creerse semieternos aquí. Pero aún peor si es instalarse en medio de una vida fácil, resplandeciente, cómodamente cristiana. Ahora se habla mucho de encarnarse. Es una palabra que pensamos haber inventado nosotros. Y es tan antigua como Cris- 36
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